Día 3

Este día también compramos una tarjeta Movilis de transporte, luego fuimos directos al SACRE COEUR, nuestra intención era subir con el funicular, pero estaba estropeado así que a patita, pero es una subida muy bonita, siempre con la basílica al frente; una vez arriba la pena es que el día estaba nublado y las vistas no eran muy buenas. En el interior de la basílica está prohibido hacer fotos aunque sea sin flash y si te ven, que te ven, te llaman la atención, lo digo por propia experiencia; aquí también se pueden subir escalones por el interior de la cúpula, pero esta vez lo dejamos.



Callejeamos un rato y llegamos a la PLACE ABBESSES donde su estación de metro es una de las pocas de Art Nouveau que queda.


En uno de los rincones de esta plaza hay un mosaico con la frase “te quiero” traducida a un montón de idiomas, algo curioso.


Y luego ni más ni menos que el LOUVRE, la entrada eran 8’50  €, pero el Louvre también está incluido en la París Museum, a nosotros el Louvre no nos mataba, pero bueno ya que estábamos allí y la entrada estaba incluida pues entramos. Hay tanto arte que se podría decir que marea. Y además es un edificio con unas comunicaciones algo raras, ya que hay cosas como cambiar de piso que no son tan fáciles como parece; es sí el palacio es tan bello en sus interiores que a veces era más bonito que el propio arte que alberga.


Después del pertinente descanso, se nos ocurrió que mientras anochecía podíamos ir a las GALERIAS LAFAYETTE, sus vistas desde la terraza regulares, pero bueno son gratis; pero su cúpula interior impresionante, merece la pena ir.


Ya de noche y para despedirnos de París, primero fuimos al Arco de Triunfo para más tarde acabar la ruta en la Torre Eiffel, vista ahora desde Trocadero, finalizando la visita con esa iluminación tan bonita que ponían de noche cada hora en punto y que duraba 10 minutos, esas lucecitas brillantes eran preciosas; los franceses iluminando hay que reconocer que son muy buenos.




Y para finalizar nuestro viaje decidimos ir a un restaurante que nos pillaba cerca del hotel, que pertenece a una cadena que se llama Hippopotamus. Al entrar y pedir mesa te dan un cacharro tipo mando a distancia, que cuando tienes preparada tu mesa suena y se ilumina, algo bastante practico y así no vocean; menos mal que sabíamos de la existencia de estos cacharos. Ya habíamos consultado su página de internet que es muy buena, elegimos: de entrantes 1 ensalada para los dos, de platos 1 brocheta que era gigante y 1 costillar, de postre unos mini creps para dos y de beber 1 coca cada uno (por si alguno no lo sabe se puede pedir una jarra de agua del grifo y por supuesto no tiene ningún coste “carrafe d’eau”). Todo esto nos costó 50 €, que sin ser barato, a nosotros no nos pareció caro, ya que la calidad de la comida y el servicio eran muy buenos. Otro punto a favor de esta cadena es que sus cartas para pedir son con todo fotografías, y eso siempre ayuda.

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